lunes, 8 de julio de 2013

Teoría de la Doma Natural

Los potrillos recién nacidos aprenden rapidísimo lo que será normal en sus vidas. Aprovechamos sus primeros días de vida para introducirnos, tocarles por todas partes, cogerles las manos y los pies, etc., mediante el uso del sistema conocido como imprinting (término popular pero científicamente incorrecto).
Dejamos al potrillo con su madre y los demás, en libertad.
Destetamos con el mínimo de estrés, separando al potro de su madre mediante una barrera que les permita verse y tocarse pero que impida al potro mamar y juntándolo con otros conocidos. El estrés durante el destete detiene el crecimiento, provoca problemas de digestión y crea estereotipos en el potro.
Enseñamos al potro a que nos siga del ramal, y damos paseos con él para que aprenda a confiar en nosotros, pasar dificultades y ver lo que hay en el mundo exterior. Si nos comportamos bien, es decir, siempre estamos calmados y dando consejo y apoyo sin asustarnos, estos paseos forjarán un fuerte vínculo de confianza.
A los 2 años podemos dar estos paseos con riendas largas, y con montura.

Primera doma en el picadero redondo

La doma en el picadero redondo es fácil, rápida, muy versátil y apta tanto para potros como para caballos resabiados. Se consigue un caballo confiado, calmado, sensible, con movimientos libres y atento al domador. Cuando el potro sea lo bastante fuerte tendrá la mejor base para avanzar hacia cualquier disciplina especializada. El domador aprende del mismo caballo a tener buena mano y tacto y a sentir cuándo el caballo está preparado para aprender más; así se llega a una doma avanzada con menos problemas.
Hoy en día ésta es la forma de doma inicial más popular en los Estados Unidos y está ganando fuerza en el norte de Europa. El Ejército Británico la utiliza ya, con gran éxito.
Utilizamos un picadero redondo de 18-20 metros de diámetro y soltamos al caballo dentro para que se revuelque y se estire antes de empezar el trabajo.
El caballo tiene dos formas de llegar a sentirse seguro: huir o buscar la compañía de alguien (caballo o humano) en quien confiar. Queremos enseñarle que la segunda es la mejor. Y no queremos montar un caballo tenso.
Así pues, dejamos al caballo libre, lo movemos a una mano y a otra, y lo hacemos girar a derecha e izquierda, hasta que entienda que puede huir pero que esto no le lleva a ninguna parte; cuando se da cuenta de que no hay peligro, se relaja completamente. Tenemos que controlar muy bien nuestros gestos y movimientos para conseguir los efectos deseados. No queremos asustar al animal, sino moverle para que vea que nos comunicamos con señales claras y naturalmente comprensibles para él.
Cuando se relaja le invitamos a parar, nos acercamos con tacto y le acariciamos por todas partes, incluidos manos y pies, con tranquilidad. Si se aleja nervioso le tocaremos más despacio y con más suavidad. Si se aleja por falta de atención le ponemos a dar vueltas otra vez hasta que se centre en nosotros. Si nos muerde le echamos con rabia, como haría otro caballo, antes de dejarle venir otra vez.
Normalmente, el caballo se siente tan feliz con nuestra demostración de seguridad que nos sigue si nos alejamos, se para si nos paramos y gira con nosotros coordinando sus movimientos con los nuestros. Los hay que no se convencen tan rápido y tendremos que trabajar más hasta ganar su confianza, momento en que le felicitaremos por su elección.
Siempre potenciamos las buenas respuestas e ignoramos los errores.
A partir de ahora trabajamos con una cuerda y se la atamos al cuello para que si se asusta y sale corriendo no pueda perderla e incluso le moleste más así que si se quedara quieto. No sujetamos al caballo. Ponemos el resto de la cuerda sobre su cuerpo en varias posiciones y en cada una de ellas le invitamos a que nos siga. Estos pasos convencen al caballo de que huir es más molesto que permanecer a nuestro lado y coordinarse con nosotros lo que hace que se sienta seguro aunque hagamos cosas un poco raras para él.
De esta forma aprenden rápidamente que las cuerdas y las mantas sólo son un juego, incluso se acercan más a nosotros cuando no se sienten seguros o tienen miedo.
De estas lecciones resultan potros seguros al montarlos en el campo. Si se asustan no salen corriendo sino que se paran de inmediato, en busca de nuestro apoyo y consejo.
Si el caballo ha aprendido bien el juego previo la montura nunca es un problema y la acepta fácilmente incluso estando suelto.
Las primeras montas se hacen con cuidado, procurando en todo momento evitar cualquier tensión: nos subimos a un estribo y, sin pasar aún nuestra pierna al otro lado de su cuerpo, nos apoyamos en la montura con nuestro vientre. Aunque no resúlta cómodo es mucho más seguro. En estos momentos no nos podemos poner tensos si queremos ganar la confianza del potro. Sólo cuando hemos sido capaces de hacer círculos y paradas podremos pasar la pierna al otro lado de su cuerpo.
Al principio montamos los potros con cabezada de cuadra porque, como decía Nuno Oliveira, notamos que el filete, incluso en caballos acostumbrados a él, impide el movimiento fluido y no les para si salen corriendo sino que les acelera.
No resulta posible hacer un relato completo del trabajo con un caballo, sólo la experiencia será nuestra maestra. La gente inexperta tiene poca conciencia de lo que el caballo dice con la actitud de su cuerpo, su posición, la suavidad o brusquedad de sus movimientos. Será necesario alguien experto para interpretar sus errores. Sin embargo , la mayoría de la gente aprende rápido, como los caballos.
Utilizamos este tipo de trabajo con el caballo suelto para enseñar a los principiantes a acercarse a él, a tocarle y a manejarle; es una práctica excelente para todos y da mucha confianza. También trabajamos así con caballos ya domados, para relajarlos hasta que se puedan montar a pelo (sin montura) sólo con una cuerda alrededor del cuello. Ver también caballos problemáticos y resabiados, abajo. Este trabajo siempre mejora la relación entre cualquier caballo y su jinete.


Muchas veces los caballos no dan lo mejor de sí mismos porque sienten que el jinete no busca una sensación placentera sino que simplemente está usando instrumentos y siguiendo reglas.
Sin delicadeza todo lo que hace el caballo es forzado. La delicadeza es un requisito necesario para alcanzar el estado de gracia indispensable en el arte.
Adiestrar un caballo no es solo ganar su sumisión, como se dice a menudo. Significa también asegurarse de que el caballo disfrute haciendo lo que se le pide.
En la vida, cuando dos seres vivos dan lo mejor de sí mismos para realizarse, sucede algo maravilloso.
Nuno Oliveira, Reflexiones sobre el arte ecuestre.

La doma en el campo

El potro coordina sus movimientos con los nuestros no sólo pie a tierra, sino también cuando lo montamos. Pero tenemos que presentar las ayudas de forma que las entienda, debemos entablar con él una conversación a través de nuestro cuerpo. Una vez que el caballo pare bien a nuestra voz y a nuestras ayudas corporales y pueda trotar libre mente en el picadero, estamos preparados para salir al campo.
El potro tiene una tendencia natural de explorar el mundo y sabe que necesita consejo.
Como su dorso es débil y se cansa pronto ponemos mucha manta debajo de la montura y montamos con los estribos un poco cortos apoyándonos más en ellos que sobre su lomo, trotamos a la inglesa y galopamos en suspensión y buscamos subidas fuertes para fortalecer su dorso. Montamos con las riendas muy sueltas animándole a moverse libremente y dejándole que descubra su propio equilibrio en terreno abrupto y complicado. No montamos más de 10 ó 15 minutos seguidos, y desmontamos a la vista de cualquier complicación como perros agresivos, carreteras... De vez en cuando le dejamos comer la hierba fresca. Así, el potro disfrutará de sus excursiones y le alegrará vernos llegar hasta él con su cabezada para ponérsela.
A un potro le hace falta confianza para ir hacia delante y debemos ser pacientes dejándole parar para explorar las novedades que pueda. Esta fase irá pasando según vaya aumentando su confianza.
Utilizamos subidas fuertes, bosques inclinados y cualquier irregularidad del terreno para flexibilizar, fortalecer y equilibrar al potro, para que cuando empiece su doma la en pista se encuentre preparado.

La banderola y los obstáculos

La banderola (un simple trozo de plástico o de tela atado en el extremo de un palo de 1 metro) se utiliza para indicarle al caballo hacia dónde moverse. NO es para asustarle. Así podrá servir para:
  1. Reeducar a un caballo que no tiene respeto al ramal y que va por donde quiere. El esteban, la forma de banderola más fuerte, tiene cintas de plástico reflectantes, coloridas y ruidosas que respetan hasta los sementales más fuertes y chulos ante la presencia de yeguas. Con estos instrumentos evitamos el uso del serretón que rompería su nariz.
  2. Los caballos que, por haber pasado su juventud encerrados y aislados, no tienen educación social ni respeto a nuestro espacio vital y se nos echan encima.
  3. Pasar a ramal obstáculos colocados por el suelo. Este trabajo, hecho con calma y paso a paso, proporciona gran maniobrabilidad al potro, enseña a un caballo nervioso a enfrentarse a los problemas con tranquilidad, mejora las respuestas de un caballo torpe. Además es la mejor base para enseñar a un potro a entrar en un remolque.
    El trabajo es muy útil en la hípica. Haciendo maniobras entre obstáculos complicados desde el suelo los principiantes adquieren gran confianza, aprenden a ver cómo se mueve el caballo y qué pierna deben utilizar cuando lo hagan montados. Resulta muy divertido, sobre todo con un caballo calmado montado a pelo, sólo con una cuerda en su cuello.
  4. Introducir al trabajo pie a tierra de doma clásica o de alta escuela. Normalmente se emplea una fusta fina y negra que el caballo no puede ver. Un trocito de plástico atado al final les ayuda mucho.

La monta natural

En muchas escuelas de doma avanzada (clásica, vaquera, western) utilizamos ayudas sofisticadas que no son entendidas por un potro ni por un caballo con poca doma formal, ni por una caballo que haya sido domado de otra forma.
Hay una manera de montar que es entendida naturalmente por todos los caballos, incluidos los potros que se montan por primera vez.
La monta natural es un esquema todavía experimental para aprender a montar de la forma más natural posible. Sirve tanto para principiantes como para experimentados, resulta muy divertida y ayuda mucho a descubrir la verdadera armonía con el caballo, incluso a un nivel básico.

Los caballos resabiados y problemáticos

El tratamiento de tales caballos suele tener mucho que ver con la educación de sus dueños. Depende de un análisis correcto de las raíces de sus problemas:

Comodidad

El caballo nunca trabaja bien si está incómodo o dolorido. Problemas de, de dolor o miedo a la embocadura (claro está que esto depende de la mano del jinete), de lesiones musculares o de columna vertebral causados por la fuerza aplicada contra un músculo tenso, de presiones de una montura inadecuada, de dolores musculares del dorso provocados por una mala portura cuando está montado, de mala postura el jinete, de un mal herraje y otros dan como resultado conductas problemáticas como malos gestos o incluso ataque, rechazos, levantadas de manos, nerviosismo y muchas otras cosas más.
El caballo siempre nos advierte de su malestar. La interpretación correcta de sus señales nos lleva al tratamiento adecuado en lugar de al castigo, que siempre empeorará el comportamiento.

Miedo

La mala mano, el abuso de castigo, el uso de herramientas demasiado fuertes para la sensibilidad del animal desembocan en miedo que, debido a su expresión física en tensión supraespinal, puede incluso provocar lesiones. El miedo siempre tiene un mal efecto en el comportamiento del animal, por eso hemos de poner énfasis en la confianza.

Mal uso de castigos

El caballo nunca aprende bien a través del castigo, que provoca miedo y la reacción de intentar escapar. El uso del castigo tiene que ser muy exacto para tener los resultados que queremos, y normalmente no podemos aplicarlo en el momento exacto. Los caballos demasiado castigados o domados por medio del castigo se ponen nerviosos, son imprevisibles e incluso agresivos y suelen aprender a reaccionar de manera opuesta a la que queremos.

Mal aprendizaje

Es el resultado de una mala enseñanza. Cuando un caballo tiene un hábito fuerte a reaccionar mal ante ciertas situaciones o señales, necesita un programa de re-enseñanza muy bien pensado y aplicado para re-aprender.

Malas condiciones de vida

El bienestar emocional del caballo es imprescindible para conseguir que se comporte bien. El caballo estresado es incapaz de aprender o funcionar bien. Normalizar su vida, en el sentido equino, dándole más libertad, oportunidades de ver y de estar en contacto con otros caballos y prestar atención a su dieta (más forraje), siempre ayuda.

Mala mano, mala monta

Hay personas que inconscientemente dan señales contradictorias. El caballo interpreta más la intención de nuestro cuerpo que las señales que ha aprendido. Un ejemplo es el del principiante incapaz de poner un caballo a galopar dándole fuerte con las piernas porque su cuerpo está tan tenso que el caballo se bloquea.

Mala creación

Experiencias traumáticas

Cuando un trauma se generaliza, el caballo parece imprevisible en sus ataques de pánico.

Estados hormonales desequilibrados

Éstos pueden provocar trastornos de comportamiento que sólo se resuelven con tratamiento veterinario.

Paranoia por parte de la gente

La mala interpretación de las señales del caballo y el castigo de lo que es percibido como maldad crea gran cantidad de problemas.
El trabajo en el picadero redondo, combinado con atención al bienestar físico y emocional, ha probado ser una técnica muy efectiva en el análisis y resolución de tales problemas. En particular, los problemas de miedo o tensión tan habituales, que impiden que un caballo de doma consiga un buen nivel se resuelven rapidísimo.
Gran parte de nuestro trabajo es el tratamiento de caballos problemáticos, con los que tenemos éxitos espectaculares y fiables. Excepto en casos muy obvios que la gente es capaz de resolver por sí misma con un poco de conocimiento, resulta imposible dar un juicio concreto y cierto sin ver a la persona y al caballo juntos.

Las fuentes de la doma natural

Son varias. Fuentes importantes son los estudios científicos de etología (comportamiento animal), de psicología experimental (teoría del aprendizaje), de fisiología, endocrinología y biomecánica.
En la medida en que la ciencia no deja de avanzar, también lo hace la doma natural. No es un método fijo, es un movimiento abierto en el que damos la bienvenida a cualquier opinión o información que pueda adelentar nuestro conocimientos y así avanzar en nuestra convivencia con los caballos. Por eso trabajamos con fisioterapeutas, veterinarios, herradores, domadores de todas las escuelas, masajistas, guarnicioneros, etc., en un intercambio de información y puntos de vista.
Otra fuente es la experiencia personal en el trato con caballo que han recibido muchas formas de doma, de muchas razas y de muchos países. Sobre todo, la observación de caballos salvajes y su trato de luz a percepciones e interpretaciones del comportamientoque son difíciles de alcanzar por parte de aquélos que sólo conocen caballos domésticos, mantenidos en condiciones artificiales.
Otras fuentes son los libros y artículos de los grandes maestros de la doma clásica, de la doma western, del salto y otras.
Las técnicas del picadero redondo vienen originalmente de los hermanos Dorrance, del oeste de los Estados Unidos. Interpretados y enseñados por Ray Hunt, han tenido mucha influencia sobre muchos otros, entre ellos John Lyons, Pat Parelli, Monty Roberts y Steve Harris; tanto es así que esta técnica de doma es hoy la preferida en los Estados Unidos. La forma en que la enseñamos es la más enfocada al jinete español y sus conocimientos previos más dirigidos a la doma clásica y a la doma vaquera. Pero en toda forma de doma la base es la misma: conseguir un caballo confiado, atento, que utilice su cuerpo, ment y corazón lo mejor posible y con ganas de cooperar con nosotros.

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